viernes, 18 de enero de 2013

UN REGALO MAS QUE ESPECIAL

Texto: Lucas 1: 26 - 38


Navidad es el tiempo de los regalos. El objetivo de los regalos es poner contentos a los demás. Esto, sin embargo, no siempre sucede. Algunos se decepcionan por el regalo recibido y piensan en silencio: “¿Qué voy a hacer con este regalo?”. También puede suceder que, la persona con el tiempo pueda encontrarle alguna utilidad y se ponga contenta. Por ejemplo como cuando el tío le regala a su pequeña sobrina una  alcancía chanchito, la niña primero se decepciona pues hubiese preferido una muñeca u otro juguete. Más tarde descubre, no obstante el verdadero valor del regalo y se entusiasma.
Lo más valioso, son los regalos que Dios nos hace. En realidad toda nuestra vida es un regalo de Dios, lo que somos y lo que tenemos, menos todo aquello que, no venga de la pecaminosidad del ser humano o del demonio mismo. Y Dios nos da todas las cosas con la intención de que podamos alegrarnos. A menudo nos sorprendemos de por qué Dios nos habrá dado esto o aquello. Los dones de Dios a veces tiran por la borda nuestras expectativas y puede suceder que nos sintamos decepcionados. Es bueno en todo caso, aprender el arte de dejarse regalar por Dios, de aceptar lo que Dios nos da que, puede ser mejor aún que lo nosotros esperábamos. La meta de Dios es alegrarnos. “Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad”. (Salmo 86:11) Oremos y dejémonos sorprender con alegría por los regalos que Dios tiene para nuestra vida.
María fue sorprendida y obsequiada por Dios en una forma especial. Sí, obsequiada, pues así le dice el ángel Gabriel: “¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios!” se podría decir también: “¡Tú fuiste premiada por Dios!” (“Muy favorecida”: dice la RV 1995) La intención de este saludo está contenida en el saludo de alegría, pues “Te saludo” quiere decir también: “Alégrate” Y el ángel agrega lo siguiente: “Has recibido el favor de Dios” eso significa: “Dios te va a regalar algo”.
Es un regalo bastante sorprendente, sí, un regalo impresionante lo que María recibe de Dios. Y es un regalo sobrenatural: ella, la virgen que, todavía no ha conocido hombre, va a estar embarazada y tendrá un hijo. Ese hijo no será nada más ni nada  menos que, el Hijo de David, el mesías que esperaba el pueblo de Israel desde hacía siglos.
En realidad es un cosa impresionante que, el mismo ángel Gabriel traiga el mensaje de Dios a María. Estas eran cosas de hombres, el poder recibir mensajes de parte de Dios. Y además como muchacha soltera tenía menos respeto que una mujer casada. Además de todo eso, era una simple muchacha de familia de obreros. Peor aún, vivía en Galilea, la región donde los piadosos de Jerusalén y Judea no querían considerarla ya más como tierra santa. ¡Justo a esta María le va a hablar el ángel Gabriel! Contradecía toda lógica humana. Pero precisamente eso atestigua la forma de obrar de Dios: Dios gusta de identificarse con los desposeídos.
Sin embargo este regalo de Dios no es un capricho repentino. Dios obra muchas veces de una manera que es incomprensible y sorprendente para el juicio de mucha gente. No obstante, su perspectiva celestial y eterna sucede de una forma perfectamente planificada. El ángel Gabriel le cuenta a María acerca de los planes de Dios: “Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin”. Y ahí escuchamos las palabras del profeta Natán que Dios hacía más de mil años le había dado al rey David sobre sus descendientes. Esta promesa la repitió Dios a través de distintos profetas; ahora se cumple en María. Sí, este hijo de David, este redentor decidió enviar Dios al mundo cuando el mundo era aún joven. Para María fue inesperado, para Dios fue el cumplimiento de su plan de salvación, un plan de salvación que abarcaría toda la historia del mundo y que tendría su punto culminante en la segunda venida de Jesucristo al mundo.
Quien regala esto es el Espíritu Santo como lo explica Gabriel: “—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. María recibió también una señal milagrosa de que en verdad se trataba de una obra de Dios y no había error: “También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. Porque para Dios no hay nada imposible“.
Uno podría pensar que María con este regalo estaría más asustada que contenta. En aquel entonces para las mujeres embarazadas no casadas siempre era todo más difícil. Y puede ser también que toda esta noticia divina hubiese podido fracasar. Hasta quizás ella no haya estado interiormente preparada para tener un hijo. Pero María, sin embargo, acepta de buena gana este regalo. Aprende rápido el arte de dejarse regalar por Dios. Dice ella: “—Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho”.
Dejémonos sorprender por Dios; es interesante vivir así. Y no podremos hacer nada más inteligente que siempre decir: “Aquí tienes a la sierva del Señor, o… aquí tienes al siervo del Señor”. Amén.

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